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A un año del crimen de Lola

En el juzgado de Uruguay donde se investiga el crimen ya no hay novedades del caso.


Pasaron 365 días, 15 sospechosos y demasiadas hipótesis del asesinato. El crimen de Lola Chomnalez sigue impune y la causa, aún hoy, está en el punto inicial: todavía no se sabe quién la mato, ni por qué.  

Como en un cuento circular, el expediente tuvo varios impulsos desde el primer día, que se transformaron en nuevos detenidos, pero en cada una de las ocasiones, la investigación volvió al comienzo. Es que ante cada arrestado, la comparación de su ADN con el hallado en la mancha de sangre que había en la toalla que Lola llevaba al momento de su muerte, dio negativo, entonces el preso de turno debió ser liberado porque la prueba fundamental no coincidía con las sospechas. 

“Alejandro”, “El Conejo”, “El Pescador”, “Juan, el albañil”, “Huguito” y “El Cachila” son algunos de los tantos personajes de Valizas que fueron arrestados pero que rápidamente fueron liberados por falta de pruebas en su contra. Todos ellos fueron detenidos porque “la habrían asaltado para robarle o intentar violarla”, tal como trascendía de las propias fuentes del caso, pero luego nada de eso pudo comprobarse.

Otro de los que pasó esposado al juzgado de Rocha fue el chef Hernán Tuzinkevich, marido de la madrina de Lola, quien junto a su mujer habían recibido a la adolescente en la casa que alquilaban, para pasar la fiesta de Año Nuevo juntos. “Algo raro hay en él”, decían los investigadores como la prueba más contundente contra el hombre, pero los testigos, los indicios y el ADN, lo sacaron de la celda a él también.

Así fueron pasando los meses y la causa se fue “oxidando”, a tal punto que no sólo hoy está en foja cero, sino que no tiene rumbo, ni tampoco una pequeña luz que pueda iluminar a la Justicia uruguaya, que avanza a paso cansino. 

"La causa se movió bastante en todo este tiempo, no podemos decir que no se hizo nada, pero evidentemente no tuvo buenos resultados la investigación"


"La causa se movió bastante en todo este tiempo, no podemos decir que no se hizo nada, pero evidentemente no tuvo buenos resultados la investigación. Nosotros confiamos en que en estas próximas semanas, cuando haya más movimiento en Valizas por la temporada de verano, puedas surgir una nueva pista, algo que nos encamine a la verdad”, dice Jorge Barrera, el abogado de la familia de Lola, con la esperanza intacta de encontrar al homicida.

Y detrás de la injusticia, el dolor y el desconcierto están Adriana Belmonte y Diego Chomnalez, los papás de Lola. En su casa de Caballito, ellos intentan superar el día a día y mantenerse fuertes para poder seguir luchando. Imágenes y recuerdos de su hija en cada rincón los ayuda para no perder el objetivo y la energía, pero como es lógico, suelen caer en la angustia más profunda. 

"Sentimos una angustia muy grande por no poder entender que pasó" 

“Pensamos en hipótesis y en cómo pudo haber sido todo, y se nos hace muy difícil seguir pensando. Sentimos una angustia muy grande por no poder entender que pasó y no saber ni siquiera si es una o más personas las que hicieron esto”, resume Adriana, quien constantemente recuerda que no quiere mediatizar el caso, más de lo que naturalmente se difundió, porque ella es respetuosa de la Justicia y tiene la esperanza de que la verdad llegará sin presiones.

Al lado de Adriana está Diego. Él siempre se mostró más duro y entero ante los medios, como una manera de no caer y mantenerse firme ante cada recaída de la causa. Además fue el hombre que supo soportar aquella madrugada del 29 de diciembre parado en el médano donde los peritos trabajan en la escena del crimen, aún con el cuerpo de su hija en el lugar.      

Ambos, para superar de la mejor manera la fecha en que se cumple un año del crimen, decidieron homenajear hoy a Lola colocando grullas de papel en un tilo del Parque Las Heras y en el Club de Amigos, junto a familiares, amigos y compañeros de su hija. Y para dejar bien presente el recuerdo de Lola en Barra de Valizas, coordinaron hacer la misma ofrenda en esa playa uruguaya, en el médano donde ocurrió el crimen, con el artesano y pescador que encontró el cuerpo de la víctima cuando aún la buscaban con vida. Junto al testigo, estarán sus hijos, su mujer y amigos de la familia. 

ENTRE EL OLVIDO Y EL RECUERDO   

Barra de Valizas es el escenario donde sus habitantes intentan olvidar el caso de la manera más rápida. Si bien todos recuerdan a la víctima y la tristeza por ella parece todavía sobrevolar el lugar, los comerciantes y residentes de la zona tratan de dar la vuelta de página para poder avanzar con su vida como antes del homicidio que conmocionó a todo Uruguay. 

Uno de los ejemplos más claros es el de la casa donde Lola pasó su único día en su visita a Valizas, antes de ser asesinada. El dueño de esa vivienda se encargó de “lavarle la cara” con varias manos de pintura blanca y suplantando el techo de paja por uno de chapa. Su objetivo es intentar que ya nadie relacione el lugar con el crimen de Lola, pero eso por ahora es casi imposible porque aún hoy sigue siendo motivo de charla de los turistas.

Además son varios los comerciantes que, como desde el primer día, aseguran que el caso es “entre argentinos y Valizas no tiene nada que ver”. Es que ellos sienten que una imagen de inseguridad en la zona puede afectar la economía del lugar por la falta de futuros turistas.

Sin embargo, hay quienes recuerdan a Lola con el mayor de los respetos y tienen la necesidad de averiguar sobre las novedades del caso esperando una buena noticia. “Muchos quieren que ya no se hable más del tema, pero debemos ser más humanos y pensar que una familia está sufriendo por la falta de su hija. A muchos nos lastima y nos da vergüenza que a un año del asesinato nadie sepa quien la mató”, dice Federico, dueño de un bar situado frente a la plaza principal de Valizas.

Con la cantidad de turistas de siempre en temporada de verano- unos 3 mil-, Valizas sigue con su ritmo y vida habitual. Sólo dos policías por turno controlan el lugar, los artesanos le dan el movimiento al centro, los visitantes brasileños y argentinos invaden la playa por la tarde y los tambores de los artistas suenan por la noche en la plaza. En el juzgado donde se investiga el crimen ya no hay novedades del caso y en la playa donde ella estuvo, la imagen de ella va camino al olvido.  

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