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Todo lo que hay que saber para una exposición sin riesgos

La piel debe cuidarse siempre, los 365 días del año, pero durante estos meses la radiación está en aumento y hay mayor incidencia de los rayos solares sobre la tierra. Cómo prevenir que el mayor tiempo al aire libre no traduzca en daño para la piel.

En esta época del año, los rayos solares llegan de manera más perpendicular y directa a la tierra. Durante los meses con que contienen una "r" son aquellos que en los que se debe prestar mayor atención, porque el sol está más fuerte, hay mayor incidencia y son: septiembre, octubre, noviembre, diciembre, enero, febrero, marzo y abril.

Con el buen tiempo, permanecemos más horas al aire libre y aprovechamos para realizar actividad física, comenzamos a andar en bicicleta, realizamos caminatas y los días lindos son los que invitan a pasar un tiempo en la piscina e incluso queremos lucir bronceados.

Recordemos que la exposición al sol es necesaria para conservar un buen estado de salud, pero los cuidados de la piel a medida que aumenta la temperatura, son extremadamente necesarios. Cuando la sombra es más corta que la estatura de uno, el riesgo es mayor.

El sol aporta beneficios, pero también daños, cuando no se toman los recaudos necesarios y su efecto puede ser muy nocivo.

Entre los efectos positivos que aporta podemos mencionar:

- Tiene acción antidepresiva

- Estimula la circulación sanguínea (por dilatación de los vasos sanguíneos)

- Aporta vitamina D. La Vitamina D es importante en la reabsorción ósea y su principal fuente es el sol, la exposición de sólo 10 minutos entre tres y cuatro días a la semana garantiza los niveles necesarios para el organismo, más la dieta con productos lácteos, yema de huevo, etc.

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Existen tres tipos de rayos solares: los UVA son los rayos responsables de la pigmentación directa de la piel. Y son los que producen el bronceado inmediato, producen la fotooxidación de los precursores de la melanina. Los UVB son los rayos de mayor energía, y los que menos penetran en la piel. Pero son los que producen el enrojecimiento inmediato. Y los UVC son los rayos que producen eritema (enrojecimiento pero no broncean).

Se debe tomar conciencia, ante la exposición solar, ya que los rayos solares están más dañinos, y se debe tener presente que no todas las pieles son iguales al momento de elegir un protector solar.

Los protectores nunca deben ser menores de 30. Un protector FPS 30 bloquea el 93% de los rayos, los protectores de 50 bloquean el 96% y el factor de 70 bloquea el 98%.

Y es clave aplicarlo de manera correcta, esto es, 30 minutos antes de la exposición al sol para lograr su absorción y efecto y se debe renovar cada dos horas (después de ese tiempo deja de proteger la piel). Además, es muy importante también tener en cuenta el modo de aplicación, que debe ser de 2 mg por cada centímetro cuadrado de piel.

Se puede realizar un fácil cálculo matemático: 11 cucharadas de té que deben ser distribuidas de la siguiente forma, una cucharada en toda la cabeza, dos para el tórax, dos para la espalda, una para cada brazo y dos para cada pierna.

Se deben cuidar también zonas sensibles, como los labios, superficie que generalmente nos olvidamos y los pies. Y debemos evitar interacciones con algunos productos como perfumes, colonias, agua de toilette o algunas cremas limpiadoras, ya que son malos aliados de la exposición solar y en muchas ocasiones pueden producir reacciones alérgicas, con picor, manchas, o lesiones sobreelevadas tipo urticarias.

Tips para tener en cuenta:

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- Tomar sol hasta las 10 am y después de las 16 pm

- Cubrir la cabeza con gorras o sombreros

- Usar gafas para proteger la visión

- Tratar de estar entre las horas de exposición al sol, algunas en la sombra

- Beber agua

- No dejar los protectores al sol

- Renovarlo después de cada ingreso al agua o cada dos horas

- Y recordar que los bebés y personas grandes, tienen mayor sensibilidad dérmica (y después de la exposición solar la hidratación debe ser muy generosa)

FUENTE: infobae.com

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