El veto se aplicará también a la exportación e importación de los cetáceos, así como de sus embriones y esperma, salvo para fines científicos.
El Parlamento canadiense ha aprobado el proyecto de ley S-203, una iniciativa largamente esperada por científicos y organismos de protección animal. De acuerdo al nuevo marco legal, que entrará en vigor a finales de este mes, quedará prohibido el cautiverio de ballenas, delfines y marsopas. También habrá interdicciones para la exportación e importación de estos animales, así como de sus embriones y esperma. Elizabeth May, diputada del Partido Verde, comentó tras la votación final de este lunes a The Canadian Press lo subrayado por diversos expertos consultados en este proyecto: “Los cetáceos necesitan del océano, requieren de espacio y de comunicación acústica a grandes distancias”.
En un comunicado, Rebecca Aldworth, directora general del capítulo canadiense de Human Society International, felicitó a los legisladores que impulsaron este proyecto y recalcó el impacto para los cetáceos de vivir en cautiverio. “Los estanques no son sitio para ballenas y delfines. No puede tolerarse más el sufrimiento de estos animales, altamente sociales e inteligentes, en un confinamiento intensivo”, comentó.
El parque de Ontario cuenta con una orca, cinco delfines y 55 belugas. Pese a que la ley autoriza que Marineland siga albergando a estos animales, la diputada May manifestó que tanto ella como otros impulsores del proyecto buscarán que los cetáceos del recinto puedan encontrar sitio en santuarios.
Por su parte, el acuario de Vancouver tiene actualmente un solo delfín. En enero de 2018, el centro había anunciado públicamente la cancelación de esta práctica, tras fuertes presiones de organismos de protección animal y fricciones con la comisión de parques de esta ciudad canadiense. En 2016, fallecieron en esta instalación dos belugas, mientras que en 2017 perecieron dos marsopas y una orca. El pasado mayo, dos belugas que vivían en Marineland –pero que pertenecían al acuario de Vancouver- fueron trasladadas al Oceanogràfic de Valencia (España).
Fuente: El País