El Servicio de Cirugía del Hospital Padilla concretó en un año 18 intervenciones quirúrgicas de tratamiento para tumores malignos de cabeza de páncreas, duodeno y vía biliar. Este tipo de cirugía, denominada duodenopancreatectomía cefálica (DPC), es una superespecialidad que implica la labor mancomunada de equipos de distintas disciplinas.
“Desde 2018 a los meses que llevamos transitados de 2019 intervenimos a 18 pacientes, cuando antes por año se podían llegar a realizar solo un par de estas cirugías. De ese total se concretaron 13 resecciones (separaciones completas o parciales de uno o varios órganos o tejidos) y el número restante fueron derivados”, comentó el jefe del Servicio de Cirugía del hospital, doctor Lister Astudillo Rosa.
La estadística se encuentra dentro del porcentaje habitual que este tipo de patología permite intervenir y el factor tiempo suele influir como un problema al momento de acceder a estos pacientes: “Es una zona muy compleja y arribar a un diagnóstico en estadios tempranos es un objetivo que no siempre se alcanza. La sintomatología es tardía y los medios para diagnosticar en algunos casos no tienen el grado de precisión y sofisticación necesario”, sostuvo Astudillo.
Ecografía, tomografía, análisis de laboratorio, resonancia magnética y endoscopía son parte de la batería de estudios requeridos con los que el hospital cuenta. Esto habla del grado de complejidad que requieren los casos y, aun así, una vez que se arriba a un diagnóstico presuntivo, posteriormente se debe evaluar si el paciente tiene la posibilidad de que se le extirpe el área afectada.
“Por lo general una vez que operamos, recién se puede determinar si la invasión tumoral está afectando a áreas tan importantes que nos limiten a extirpar. La técnica quirúrgica implica otra instancia de alta complejidad por abarcar múltiples sectores, el manejo de anestesia y el control intra y postoperatorio. En la etapa posterior interviene el área de Terapia Intensiva que será fundamental también en la recuperación del paciente”, continuó el referente.
En general la patología tiene una aparición más frecuente en un promedio de pacientes de 65 años de edad en adelante, aunque su incidencia crece en pacientes que rondan los 45 a 55 años lo cual implicaría una tendencia al descenso de la edad de inicio de la enfermedad.
Un síntoma que es a la vez especifico e inespecífico de esta afección es la ictericia elevada o marcada coloración amarilla de la piel, provocada por una obstrucción de la salida de la bilis al intestino que causa su llegada al resto del cuerpo impregnándolo de un color amarillo que solía asociarse a la hepatitis.
El hospital ofrece, por un lado, seguridad en el momento de la intervención y, por otro, se posiciona estadísticamente dentro del rango y los parámetros de morbimortalidad que esta cirugía tiene establecidos a nivel mundial. Cabe destacar en esta labor la participación del jefe de la Unidad de Cirugía Percutánea y Hepatobiliopancreática, doctor Fernando Buabse.