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Explosión en Beirut: renunció el gobierno libanés

La caída del gobierno se produce en medio de la creciente indignación popular tras el enorme estallido de un depósito con nitrato de amonio en un puerto.

La explosión del nitrato de amonio en el puerto de Beirut se llevó al fragmentado gobierno libanés. El primer ministro de Líbano, Hassan Diab, anunció este lunes la renuncia de su gobierno, después de la mortal explosión en Beirut, y que ha provocado protestas antigubernamentales.

A las siete y media de tarde hora libanesa, Diab informó a los libaneses que renunciaba en pleno, con todo su equipo de gobierno, antes de dirigirse al palacio de Baabda para presentar su dimisión al presidente Michel Aoun.

“El sistema de corrupción se ha extendido al seno del Estado. Yo me di cuenta que el sistema es más grande que el Estado, que con las manos atadas, no consiguió combatirlo”, dijo el primer ministro en su discurso de despedida al país. “Y la explosión de Beirut es una de las manifestaciones de ese sistema y el resultado de una corrupción endémica“, anunció en su autócritica.

El presidente y general Michael Aoun deberá aceptar su dimisión. Pero antes de la formación de un nuevo gobierno será el primer ministro renunciante quien deberá llevar adelante los asuntos de Estado hasta que se implante uno nuevo.

El gobierno de coalición del Líbano del general cristiano maronita Michael Aoun colapsó, con una serie de renuncias de sus ministros y recriminaciones sectoriales, después de la brutal explosión de origen desconocido en el puerto de Beirut y la destrucción de la capital libanesa por la onda expansiva.

Al ritmo de dos días de violentas protestas en la Plaza de los Mártires reclamando la caída del gobierno y horcas alzadas en la plaza, con el nombre de los dirigentes políticos como Hassan Nasrallah o Gibrail Bassil, los ministros se fueron uno a uno. Después de las renuncias de la ministra de información , se sumó el de finanzas, Ghazi Wazni y la ministra de justicia, Marie Claude Naj. La ministra de deportes Varty Ohanian, el ministro de telecomunicaciones, Talal Hawat y la ministra de desplazados, Ghada Chreim anunciaron que ellos renunciarán si no hay una renuncia colectiva del gobierno.

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Tras la explosión el gobierno libanés renunció. 

Tras la explosión el gobierno libanés renunció.

Una alianza de conveniencia

La complicada alianza del FPM y Hezbollah, la milicia shiíta con el brazo político y militar, que controla el gobierno, está en absoluta crisis. Irán , el aliado de Hezbollah, exigió que "no se politice la explosión”, cuando los rumores libaneses señalan que el nitrato de amonio que explotó estaba controlado en el puerto por Hezbollah.

El secretario general de Hezbollah, Hassan Nasrallah, lo desmintió. Dijo que “no había armas ni explosivos” ni controlaban el puerto. Pero alertó que esos rumores de los medios “pueden llevar a la guerra civil”.

Hassan Diab, el primer ministro saliente, que es un musulmán sunnita como lo indica la división de poderes en Líbano pero es apoyado por el shiíta Hezbollah, declaró que él quiere “nuevas elecciones”. Durante el fin de semana, cinco diputados, todos cristianos y opuestos al general Aoun, habían renunciado.

Manal Samad, ministra de información de la minoría drusa, dijo que ella renunciaba como respuesta ”al público deseo de cambio”. El ministro de ecología Damianos Kattar se sumó. Se espera que el gobierno colapse completamente este lunes.

¿Cae el gobierno?

El patriarca maronita Beshara al Rai llamó a todo el gabinete a renunciar, llamando a la explosión “un crimen contra la humanidad”.

El primer ministro Diab, un académico sunnita desconocido, dijo que “un nuevo mandato político era el único camino de salida para un país cuya economía colapsó completamente. No podemos salir de esta crisis estructural sin tener elecciones parlamentarias anticipadas”, sostuvo.

El sistema político del Líbano es el que está en crisis. Constitucionalmente debe estar representado por todas las 18 colectividades del país, que confrontan unas contra otras. Desde un anti occidental y shiíta como Hezbollah, que hoy controla Líbano, como Saah Hariri, un ex primer ministro musulmán sunnita. Renunció en octubre, cuando las protestas ya se habían lanzado contra la clase política o el “señor de la guerra” y druso, Walid Jumblatt.

A los 85 años, el general Aoun es recordado por haber perdido su última batalla de la guerra civil contra Siria y su exilio en Paris. Luego regresó, hizo las paces con Damasco y con Hezbollah para llegar al poder. No es él sino su yerno, Gebran Bassil, el más odiado hombre de Líbano.

La alianza de un cristiano maronita como el general Aoun y los shiítas como Hezbollah, que son un partido político con amplia representación parlamentaria en Líbano, es un matrimonio de conveniencia, en esta extraña estructura, a la que se suma que un shiíta debe ser el presidente del Parlamento.

El verdadero trasfondo fue una distribución de poder: la élite cristiana mantenía sus privilegios, a cambio de que Hezbollah controlaba la estructura de seguridad y nadie pudiera desarmarlo, como reclama Estados Unidos, que le da el status de “organización terrorista”. En la Constitución libanesa, Hezbollah representa “la resistencia oficial en el sur del Líbano”, cuando Israel lo ocupaba ampliamente. Es completamente legal.

El ejercicio de poder en el gobierno de Hezbollah liquidó el corto romance que el país tuvo con su organización, en la guerra contra Israel en el 2006.Los libaneses sienten hoy que Hezbollah, sus militantes y su estricta religión están desnaturalizando la sociedad libanesa, su multiculturalidad.

“Hezbollah está poniendo sus manos en todo el país. Nosotros no queremos más esto. Odiamos a Hezbollah. Odiamos a Nasrallah. El siempre quiere una guerra con Israel. Nosotros queremos paz, comida, un futuro”, dijo por Skype Zeina Jaffar, 34 años, que participó el domingo en las protestas de la plaza de los Mártires.

Los fantasmas de la guerra civil

El jefe de las fuerzas libanesas, Samir Geaga mantuvo una reunión este lunes con una delegación de Partido Progresista, del druso Walid Joumblat. Prometió una “decisión importante en las próximas horas”. No explicó cual sería.

Pero él no es otro que uno de los grandes protagonistas de la guerra civil libanesa. Fue prisionero en confinamiento solitario durante 11 años en el ministerio de defensa de Beirut, con cuatro condenas a muerte. Fue el único líder de la milicia libanesa en prisión por crímenes cometidos durante la guerra civil. El nuevo parlamento libanés le otorgó una amnistía en el 2005.

Irán es el otro protagonista en la tragedia libanesa. Hezbollah es su alfil en los conflictos regionales, en la guerra civil en Siria, en Yemen y en su enfrentamiento con la sunnita Arabia Saudita. Este lunes dijo que no se debe politizar la explosión que tuvo lugar en Beirut la semana pasada y que Estados Unidos debe levantar las sanciones contra el Líbano.

“El origen de la explosión debe ser objeto de una investigación minuciosa” declaró el portavoz iraní , Abbas Mousaviu. ”Si los Estados Unidos son honestos en su ayuda frente a Líbano, deberán levantar las sanciones al país”, afirmó.

La investigación de la explosión ha sido transferida a la Corte de Justicia libanesa, un tribunal de excepción. Es competente de juzgar todos los crímenes cometidos contra la seguridad interna y externa del estado así como ciertos crímenes contra la seguridad pública. Puede juzgar a civiles y militares y no acepta recursos ordinarios o extraordinarios.

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