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Sigue latente el pedido de justicia por el crimen de María Soledad Morales

La madre de María Soledad Morales sigue sosteniendo que hubo otras personas involucradas en el crimen de su hija, además de Tula y Luque. El recuerdo y el pedido a la justicia.

Cansancio, dolor y angustia es lo que se percibe a través de la voz de Ada Rizzardo de Morales, la mamá de María Soledad Morales, quien dialogó con LV12 al cumplirse 30 años del crimen de su hija.

Casi sin aliento, la madre de la joven sigue sosteniendo que Guillermo Luque y Luis Tula no fueron los únicos partícipes del crimen y sigue reclamando justicia porque los condenados fueron puestos en libertad sin haber cumplido la condena que se les había dictado.

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"Hace varios años que ellos están en libertad porque no cumplieron totalmente los años de condena que les dieron. Caminan por las calles de Catamarca como si no hubieran hecho nada", afirma.

Para Ada, "condenaron solamente a dos personas, pero nosotros sabemos que no fueron tan solo ellos. Han quedado muchos a la orilla del camino porque se encubrieron entre ellos, no quisieron hablar. Son muchos más los que violaron a mi hija. Tenían un poder de impunidad tan grande que por eso dejaron todo así. Es como que nos dijeron a los Morales que nos conformemos con la condena de Tula y Luque porque no siguieron investigando, buscaron hipótesis falsas, la condenaron a mi hija, a la familia y a todos los testigos que declaraban y mientras tanto ellos preparaban el gran encubrimiento", sostiene la mamá de María Soledad.

Antes de aparecer muerta, Ada había presentido que algo malo le había sucedido a su hija. "Ella se fue feliz, contenta. El día sábado cuando eran las 16, hora en la que me había dicho que iba a regresar a la casa, yo escuché un llamado de desesperación, un pedido de auxilio o de despedida de mi hija que me hizo temblar. Mi corazón me decía que algo le había pasado", recuerda la mujer, mientras le agarra un ataque de tos al aire que hace que su voz se entrecorte.

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Pero eso no la detiene en el relato y prosigue: "A las 10 de la mañana del lunes, vino un hombre en una camioneta, me trató muy mal y me dijo: "Usted es la madre de la que está perdida? Tiene que ir a la morgue porque ya la encontraron...Cuando Elías volvió de la morgue me abrazó y me dijo: sí, es Sole".

Ada aprovecha para recordar la lucha que encaró junto a ellos la hermana Marta Pelloni. "Ella se puso la bandera y salió a luchar, empezó a investigar y empezaron las sospechas y las descalificaciones tremendas hacia mi hija. Había muchas hipótesis, pero ninguna era buscando a los culpables, por eso la Hermana Marta desde un primer momento sospechó y se dio cuenta que algo turbio había en todo esto", afirma.

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Dos juicios después y con la mirada puesta en "los hijos del poder", condenaron en 1998 a Guillermo Luque, hijo del entonces diputado nacional Ángel Luque, por la violación y homicidio de María Soledad. Le dieron 21 años de pena. Luis Raúl Tula, en cambio, fue considerado como partícipe secundario del crimen y le aplicaron 9 años de pena, aunque sólo cumplió la mitad tras las rejas. Los dos están libres.

"El 27 de febrero de 1998 se condena a Tula y a Luque. A Tula le dan 9 años y a Luque 21, pero no cumplieron toda la condena, no estuvieron ni la mitad de los años que merecían. Aparte eran presos vip porque no estaban con los demás detenidos", cuenta.

Quebrada por la pérdida de su marido, Elías Morales, quien falleció en 2016 a consecuencia de un ACV, Ada espera que su hija ya no esté sola.

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"Yo quedé sin el pilar, sin el sostén, pero él ya está con su hija, a quien tanto amaba. Se adelantó en el camino. Elías siempre estuvo a mi lado y ahora no lo tengo, pero desde el más allá me dan fuerzas a mí para poder seguir adelante", expresa con esperanza.

Para finalizar, Ada le hizo un pedido a la justicia. "A la justicia quiero decirle que no tan solo fueron ellos dos los culpables por el crimen de mi hija. Le pido a los jueces que cuando actúen, actúen bien. Yo le diría a los jueves que la justicia no tiene que ser lenta, sino ágil y tenaz para poder llegar rápido a la verdad y recibir la condena que se merecen los culpables".

El 7 de septiembre de 1990, María Soledad Morales tenía 17 años. Su papá la llevó a la puerta del boliche Le Feu Rouge, donde -junto a sus compañeros- organizaban una fiesta para recaudar fondos para el viaje de egresados. En algún momento desapareció.

La buscaron desesperadamente hasta que -el 10 de septiembre- hallaron su cuerpo en un zanjón al costado de la ruta provincial 38, muy cerca de los puentes que cruzan el Río del Valle, a unas 10 cuadras de su casa, en Catamarca.

El crimen conmocionó tanto a la provincia que las "marchas del silencio", organizadas por sus compañeras del colegio del Carmen y San José, se expandieron por todo el país.

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