El canciller Ebrard asegura que en 45 días harán la primera evaluación de las medidas adoptadas.
A medida que se conocen más detalles del acuerdo sobre migración alcanzado el pasado viernes entre el Gobierno de México y el de Estados Unidos, se consolida la idea de que ni mucho menos es un pacto definitivo, sino más bien un balón de oxígeno para México, que gana tiempo y evita la imposición de aranceles de forma inmediata. No solo porque las amenazas de Trump no han cesado desde que se firmase el documento, sino porque los compromisos adquiridos por el Gobierno de López Obrador no van a depender exclusivamente de México.
El jefe de la diplomacia mexicana, Marcelo Ebrard, ahondó este lunes en los detalles del documento suscrito con el Gobierno de Trump, un texto repleto de buenas intenciones, pero que conlleva más compromisos de los descritos, a tenor de las explicaciones que ha dado el canciller. Además de confirmar que se desplegarán 6.000 efectivos de la Guardia Nacional –en el texto no especifica la cifra–, Ebrard explicó que se agilizará el proceso de registro de migrantes en México. “No podemos tener transitando a 600.000 personas y no saber cómo se llaman. Vamos a pedirles que se registren y vamos a decirles qué opciones hay. México no puede permitir en su territorio un flujo de millón y medio de personas que no sabe cómo se llaman”, admitió Ebrard.
El canciller mexicano detalló que si las medidas adoptadas no surten efecto, en 90 días volverán a sentarse a hablar para ver qué otras adicionales se deben acometer. Por ello, Ebrard explicó que dentro de 45 días, mes y medio, se tendrá que evaluar por primera vez si las medidas han tenido éxito, lo que se antoja una carrera contra el reloj para México.
El tiempo apremia para el Gobierno de López Obrador, porque la solución no depende solo de México. La cancillería mexicana se dispone a entablar conversaciones con los Ejecutivos de Guatemala, El Salvador y Honduras, así como con organizaciones de migrantes en estos países centroamericanos y también en México, para que entre todos puedan frenar el flujo de migrantes. Conseguirlo en tan poco tiempo, cuando nunca antes se ha logrado, es lo que para muchos resulta una quimera.
México, no obstante, sigue vendiendo como un triunfo lo que se presupone que no es más que un balón de oxígeno. El propio Ebrard, durante su explicación del acuerdo, admitió que la negociación de la semana pasada ha sido el momento más crítico para el Gobierno de López Obrador en su primer medio año. “La negociación fue muy difícil, de muchas horas y muy tensa; en esencia lo que ocurrió es que la relación comercial y la económica se subordinó al tema migratorio. Eso no había ocurrido”, argumentó Ebrard.
Fuente: El País