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¿Las familias pueden definir políticas educativas?

Las familias participan en la vida escolar, de hecho, desde 1816 fue con la democracia alfonsinista que adquirieron jerarquía participativa.

La educación entró en fase experimental. La pandemia aceleró discusiones y dejó a la intemperie precariedades en torno a la planificación y el financiamiento estatal. Hoy esa histórica disputa es por la presencialidad y va cruzada por indicadores pedagógicos, sanitarios, filosóficos, sociales y judiciales. Las marcas que esto dejará en las escuelas serán profundas; algunas pedagogías de urgencia se calcificarán y otras serán fértiles. Pero esta readaptación continua, esta incertidumbre de la comunidad educativa cesará el día que se recupere algo del antiguo ritmo escolar. ¿De qué hablarán entonces los padres en los grupos de whatsapp?

Mientras el AMBA atraviesa un estado de alarma epidemiológica causado por la segunda ola de Covid, familias militantes de la presencialidad hacen catarsis en los chats, abrazan las escuelas, acuden a estrategias jurídicas como medida de protesta y son invitados a los programas de televisión para amplificar su reclamo. Estas familias también montaron la performance de una clase a cielo abierto -pero sin maestrxs- en la Plaza de Mayo.

Así como se configuró la disyuntiva entre la marcha y el cierre de la economía, la presencialidad en las escuelas se constituyó como otro gran asunto en la contienda nacional. Las familias, convocadas por un interés común, fueron ganando volumen en la discusión sobre los derechos y la infancia. Y hasta lograron torcer la orden de un DNU presidencial, como el impulsado por #PadresOrganizados (https://padresorganizados2020.ar).

Padres Organizados surgió por Twitter, en 2020, luego de viralizar una carta pública expresando la necesidad de la vuelta a la escuela y exigiendo a las autoridades que se pronuncien en favor de la emergencia educativa. La carta recibió el apoyo de algunas personalidades del ámbito político y académico. Ese convocatoria puntual resultó una plataforma sintética e imperativa que hasta hoy pide “¡abran las escuelas!” y que muestra a los chicxs como víctimas. Padres Organizados enseguida acaparó la atención pública y, entre diatribas y respaldo estadístico, fue ganando espacio en medios de comunicación y en círculos familiares.

¿La irrupción de #PadresOrganizados marca el nacimiento de un nuevo actor político? Eso celebró la investigadora Guillermina Tiramonti en el programa Sólo una vuelta más (TN). Es que, como ella, algunos periodistas y especialistas en educación ven en este alumbramiento un hecho auspicioso para apartar a los sindicatos de la ágora y de las múltiples representatividades de la comarca educativa. Piden que el Estado dialogue directamente con sectores “autoconvocados” de la sociedad civil -un camelo ya gastado, ahistórico e infantil-.

La primera organización de padres argentina nació en 1816 y fue conocida como “Primera Junta Vecinal de Ayuda a las Escuelas”.

La Junta Vecinal, con el correr de los años, adoptaría distintas versiones -círculos de familias familias, vecinales, de colectividades- siempre manteniendo su naturaleza. De estas reconversiones nacen las famosas Asociaciones Cooperadoras de las escuelas de gestión estatal.

Pablo Pineau cuenta que a inicios de 1987, al recibirse de maestro en el Normal Nº2, le dieron un consejo de bienvenida al sistema: “Peleate con quien quieras menos con la portera y con el presidente de la cooperadora”.

Históricamente las Cooperadoras se ligaron a cuestiones domésticas, labor que cambió con la efervescencia participativa del alfonsinismo. Desde 1986 tuvieron voz en el Congreso Pedagógico, participando incluso de la marcha blanca del ´88. Ya en los años noventa y con un Estado en retirada, las Cooperadoras dieron el presente en los hitos combativos de la década noeliberal: presupuesto educativo, Ley Federal de Educación y Carpa Blanca docente, en el ocaso del menemismo.

Un “grupo de mamis” de Whatsapp es una organización. Lo consensuado en el chat escolar, sea el color del buzo de egresados o la adhesión a una movilización, forma parte del repertorio de definiciones que se consolidan con la pandemia. Es un dato de la realidad, en todo caso habrá que distinguir el volumen de cada organización en relación a cómo está estructurada. Pero un “grupo de mamis” de Whatsapp no es un movimiento social ni un actor político.

La contracara de Padres Organizados, en término de propuestas, es “Familias por el retorno seguro a las escuelas” y su campaña “virtual para no enfermar”. Hablamos de una organización que exige todas las condiciones sabidas y por saber para la vuelta a clases, valiéndose lo mismo de informes estadísticos sobre la propagación en las aulas. La antítesis. Por otro lado, FxEP y LVD están a favor de una presencialidad cuidada, aunque comprenden que no están dadas las condiciones en las escuelas.

Padres Organizados trae novedad pero no se constituye como un actor político. Porque no dialoga con el entramado escolar, solo le grita al Gobierno Nacional. Dialogar como organización es una tarea compleja repleta de sinsabores, pero es lo que valida de cara a la comunidad.

Es una incógnita lo que va a ocurrir con organizaciones como Padres Organizados una vez que la pandemia pase. Cuánto de este “compromiso” con el derecho a la educación se ampliará a otros temas, a otras personas. ¿Se convertirá en una construcción a largo plazo o solo será un recuerdo de estos años ensordecedores? Porque la presencialidad tal como la conocimos o en modo nueva normalidad, más temprano que tarde, va a volver a ordenar el ciclo lectivo.

FUENTE: Iván Stoikoff Florencia Abraldes - Revista Anfibia

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