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La importancia del Estado en la reconstrucción del tejido social

La legisladora provincial, Carolina Vargas Aignasse, realizó un análisis sobre el rol del Estado en los clubes deportivos.

En el mundo —y especialmente en nuestra Argentina actual— pareciera haberse instalado una lógica de antinomias. Aquel viejo concepto que dividía las aguas entre pensamientos de derecha o izquierda, si bien profundamente ideológico, al menos se debatía desde la convicción sobre cómo llevar adelante los cambios y cuál era la mejor manera de hacerlo. Sin embargo, la discusión actual parece haberse desplazado hacia una dicotomía mucho más básica y, en mi opinión, preocupante: Estado sí o Estado no.

Hoy, alimentada por múltiples factores, la grieta se encarna en un discurso que pretende instalar la idea de que el éxito solo es fruto del esfuerzo individual, negando el valor de lo colectivo, lo comunitario y lo público. Se busca imponer una narrativa que desacredita cualquier intervención estatal, como si el Estado fuera siempre un obstáculo y nunca una herramienta.

Quiero traer a colación una historia concreta que contradice esa mirada. Hace algunos años, me visitó en mi oficina de Casa de Gobierno un dirigente deportivo, Antonio Aquino, muy preocupado por el estado de abandono en el que se encontraba el club de sus amores: Argentinos del Norte. Su pedido fue claro y directo: necesitaba la intervención de los organismos del Estado para recuperar la institución, tanto desde lo legal como desde lo deportivo.

Así comenzó un camino complejo pero profundamente gratificante, que demandó tiempo, esfuerzo y la articulación entre muchos actores: socios del club, padres, ex alumnos del Colegio Sagrado Corazón. Logramos finalmente llamar a elecciones y constituir una comisión legítima, reconocida por los propios socios. A partir de ahí, gestionamos fondos ante el gobierno nacional para construir vestuarios, acudimos a la legislatura provincial para levantar una cancha de futsal, compramos material deportivo, y articulamos con distintos organismos del Estado para brindar servicios a niños y socios del club.

Por supuesto, la vocación y el compromiso de los dirigentes fueron claves para recuperar también el terreno deportivo. Y hoy, ese club que estaba al borde del olvido es motivo de orgullo para todos los que fuimos testigos de su resurgimiento.

Traigo este ejemplo porque creo firmemente que la articulación entre el Estado, los dirigentes políticos, y la dirigencia social y deportiva es no solo posible, sino necesaria. Así como tanta gente apoya la actividad deportiva desde donde puede, es fundamental reconocer que los caminos al éxito son compartidos. El esfuerzo individual es valioso, sí, pero debe estar complementado por un Estado presente, con políticas públicas reales, transformadoras, que conviertan a los clubes en espacios de contención, inclusión y alto rendimiento deportivo.

Negar esta necesidad o invisibilizar el rol del Estado en estos procesos no solo confunde: también desalienta. Porque si el mérito se transforma en una excusa para el abandono, corremos el riesgo de quedarnos sin comunidad. Y sin comunidad, no hay futuro posible.

*Carolina Vargas Aignasse, legisladora provincial

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