El Papa Francisco reconoció este sábado su imposibilidad para viajar con la misma frecuencia de antes, debido a los problemas en su rodilla que lo obligan a movilizarse en sillas de ruedas y, aunque aclaró que no tenía pensada su renuncia, admitió que "la puerta está abierta", durante una charla con los periodistas que lo acompañaron durante su viaje pastoral por Canadá.
Además, Su Santidad aseguró durante su regreso desde el norte de Nunavut al Vaticano que este viaje de siete días fue "una especie de prueba" que le demostró que necesitaba disminuir su ritmo y, posiblemente, retirarse algún día.
“No es extraño. No es una catástrofe. Puedes cambiar al Papa”, dijo el Sumo Pontífice, y sostuvo que "creo que a mi edad y con estas limitaciones, tengo que ahorrar mi energía para poder servir a la iglesia, o, por el contrario, pensar en la posibilidad de dar un paso al costado".
Con respecto a la posibilidad real de su renuncia, dijo: "No he pensado en esta posibilidad. Pero esto no quiere decir que pasado mañana no lo piense. Este viaje fue un poco el test. En este estado no se pueden hacer viajes, hay que cambiar el estilo, quizás pagar las cuentas de los viajes pendientes".
Francisco ya había afirmado en ocasiones anteriores que, de ser necesario, él mismo podría seguir los pasos de su predecesor, Benedicto XVI, quien renunció en 2013 a causa del deterioro de su salud física y mental.