Cuando a Marcela Losardo le tocó jurar como ministra de Justicia hace poco más de un mes, Alberto Ferández notó que una lágrima se le escapaba sin control por una de sus mejillas. Entonces, la tomó de los brazos, la miró a los ojos y le dijo por lo bajo: “no llores que me vas a hacer llorar a mi”.
Losardo no podía creer que aquel compañero de la facultad, con el que tenía más de treinta años de amistad y trabajo compartido acababa de convertirse en Presidente de la Nación y le estaba tomando juramento a ella. “Durante la campaña lo veía en los afiches y pensaba: qué hace este pibe acá. Creo que recién ahora caigo que Alberto es Presidente”, reveló.
Pensando cada una de sus palabras y con un mensaje medido, en medio de la fuerte expectativa que genera la reforma judicial que se aproxima, Losardo confirmó que el Gobierno está trabajando intensamente en el paquete de leyes. Ratificó la puesta en marcha del sistema acusatorio y adelantó que “es posible” que los cambios incluyan la descentralización de las causas que hoy son manejadas solo por los doce jueces de Comodoro Py.
Además, a cinco años de la muerte del fiscal Alberto Nisman pidió que la Justicia “nos diga qué pasó” y reclamó lo mismo respecto del atentado a la AMIA. Entre otras medidas, Losardo prometió trabajar para “acelerar los procesos” por delitos de lesa humanidad y regularizar las indemnizaciones a familares de víctimas de la última dictadura, que el Gobierno de Mauricio Macri había dejado de pagar. También, prometió impulsar el cupo femenino para que más mujeres accedan a cargos de primera línea dentro del Poder Judicial.