Las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) comenzaron a entregar explosivos a una misión especial de la ONU, en cumplimiento de los acuerdos de paz firmados con el gobierno que incluyen el cese de fuego y el desarme de la mayor guerrilla del país.
"Todo esto ya comenzó, eso va a ocurrir, y los responsables de informar, que son la misión política especial de las Naciones Unidas, lo va a hacer", dijo el alto comisionado para la Paz de Colombia, Sergio Jaramillo, al confirmar el inicio del proceso del plan de dejación de armas, informó la agencia EFE.
Aunque Jaramillo no hizo mención a qué tipo de explosivos fueron entregados, la prensa colombiana señaló que las FARC tenían previsto deshacerse de dinamita, cordones detonantes y granadas, entre otros.
El acuerdo de paz fue firmado el pasado lunes en Cartagena de Indias y debe ser refrendado en un plebiscito que se llevará a cabo el próximo lunes.
Las encuestas conocidas hasta el momento predicen que habrá un mayoritario apoyo ciudadano para el entendimiento que pondría fin a más de medio siglo de guerra.
Según la hoja de ruta acordada para el desarme, las FARC dispondrán de 150 días para entregar sus armas después de la firma de los acuerdos con el gobierno.
El protocolo fija un plazo de 90 días para la entrega del 30 por ciento de los armamentos, de 120 días para otra cantidad idéntica y de 150 días para el 40 por ciento restante.
La firma de los acuerdos activó la misión política especial de la ONU para el monitoreo y verificación del cese el fuego y la dejación de armas por parte de la guerrilla.
Por otra parte, las FARC rindieron este jueves un homenaje a los habitantes del municipio de Bojayá, en el departamento colombiano de Chocó (noroeste), donde hace 14 años perpetraron un ataque que dejó 79 muertos, informó la agencia DPA.
El jefe de la delegación de las FARC en el proceso de paz con el Gobierno, Luciano Marín, alias "Iván Márquez", entregó a los habitantes de Bojayá un cristo como "ofrenda para rendir el más sentido homenaje, más que merecido, a un pueblo sufrido y emprendedor".
"Tendemos nuestras manos jurando que jamás tuvimos la intención de causar los terribles daños que tanta aflicción han ocasionado, y lo hacemos con la infinita gratitud que nos da la forma como con tanto desprendimiento de comprensión y sin manchas de rencor y odio nos han recibido para iniciar la nueva senda de paz que nos hemos trazado", dijo Márquez.
La masacre, que dejó más de un centenar de heridos, ocurrió el 2 de mayo de 2002 en un enfrentamiento entre la guerrilla y miembros paramilitares de las desmovilizadas Autodefensas Unidas de Colombia (AUC).
Aunque la Defensoría del Pueblo advirtió sobre el inminente enfrentamiento, las autoridades no adoptaron las medidas necesarias para evitar el choque entre los dos grupos ilegales.
Los paramilitares llegaron a Bellavista, zona rural de Bojayá, y se atrincheraron junto a la iglesia del poblado. Tras varias horas de choque armado, las FARC comenzaron a lanzar bombas contra los paramilitares y una de ellos cayó sobre el templo donde estaban resguardados decenas de civiles.