Helman, nacido en Buenos Aires, lleva tres décadas dedicadas a la creación de efectos visuales que transformaron la narrativa cinematográfica. Su primera nominación al Oscar llegó en 2003 por su trabajo en Star Wars: Episode II - Attack of the Clones, aunque en esa ocasión el galardón fue para El Señor de los Anillos: Las dos torres. Posteriormente, en 2006, fue nominado por La guerra de los mundos, perdiendo frente a King Kong. Su tercera nominación ocurrió en 2020 por El irlandés, donde trabajó junto a un equipo que incluyó a Leandro Estebecorena, Nelson Sepulveda-Fausser y Stephan Grabli, en un proyecto que destacó por el rejuvenecimiento digital de los actores principales. Ahora, con Wicked, Helman vuelve a competir por el prestigioso galardón.
Durante una entrevista con Infobae, Helman reflexionó sobre la esencia de su trabajo, al destacar que su labor consiste en “crear cosas que no han sido vistas nunca”. Sin embargo, subrayó que los efectos visuales no tienen valor sin una narrativa sólida que los respalde: “Siempre necesitas una historia para contar. Los efectos visuales están al servicio de la historia, si no hay historia no valen los efectos visuales”, afirmó.
Antes de convertirse en una figura clave en el mundo de los efectos visuales, Pablo Helman tuvo un inicio profesional muy distinto: en su juventud fue baterista de Los Moros, banda con la que grabó tres álbumes y obtuvo un disco de oro. Más tarde, decidió mudarse a los Estados Unidos para estudiar composición en la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA). Fue a través de la música que encontró un camino hacia el cine, justo en un momento en que los efectos visuales comenzaban a revolucionar la industria.
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FUENTE: Infobae