Raúl Porchetto: "Soy un artista popular, pero no a cualquier precio"

“¿Qué canciones les gustaría escuchar el 22 de septiembre?”, posteó Raúl Porchetto el 1° de agosto en su cuenta de Facebook.


El músico, compositor y animador de la escena del rock local desde los tempranos ‘70 celebrará 45 años con la música acompañado por su banda y varios invitados de lujo: León Gieco, Nito Mestre, Palito Ortega, Lito Vitale, Juanse, Sandra Mihanovich, Willy Iturri y, por si fuera poco, Charly García. “Son 45 años, y es bárbaro que un montón de gente que admiro y aprecio quiera estar -dice Porchetto-. Es mágico para mí, y muy lindo a nivel afectivo”.

Hay placidez en su rostro de niño sin tiempo. Liberado recién de una gripe, Porchetto cruza este patio arbolado en Belgrano y, ya en la sala de ensayo, abre su campera de cuero y se apoya en dos enormes amplificadores. En sus manos tiene las respuestas que volcaron sus fans en Facebook. “Loco, mirá todas las canciones que sugieren. Por ahí uno cree que la gente se queda con lo que más sonó de mí, pero no es así. Y eso me encanta”.

A los 66 años, Porchetto no se frena en la nostalgia congelada de sus grandes hitos. Sin dejar de atesorar el aquí y ahora, confía en el legado ético y artístico del movimiento del rock argentino de los años ‘70 y ‘80. “Por eso voy a tocar también varios de mis temas menos conocidos, de distintas etapas. ¿Viste esos artistas que dicen ‘me debo a mi gente’? Yo, en cambio, busco ser fiel a mí mismo. Si primero soy íntegro conmigo mismo, luego podré ser íntegro con los demás”.

Sus ojos brillan frente a la batería. Hay también un teclado y algunas de sus guitarras. ¿Qué instantes de la vida sonora de Porchetto habrá que recobrar para los oídos de las nuevas generaciones? Las memorias en superficie irán a sus canciones coreadas entre el fin de la dictadura, la guerra de Malvinas y la vuelta democrática: Algo de paz, Che, pibe, vení, votá, Reina Madre, Sentado en el umbral de Dios.... Hasta el estallido, en 1986, con Bailando en las veredas, aquel hit radial roncanrolero que, diez años después, regrabó con Sandro como invitado.

Pero Porchetto ya había trazado antes varios ejes en el rock fundante. Su primer disco fue la obra conceptual progresiva Cristo Rock (1972), con La Pesada del Rock and Roll y Charly García en teclados. Luego, “todavía siendo muy under”, fue parte de PorSuiGieco: folk-rock con bellas armonías vocales y un espíritu acústico que muchos aún comparan con Crosby, Stills, Nash & Young. “Luego vino en mí una época de fusión y jazz rock”, recuerda. La previa de una jugada fuerte: la grabación del fundamental Metegol (1980), y Televisión (1981), dos discos de new wave, con quienes luego serían G.I.T.: Pablo Guyot, Willy Iturri y Alfredo Toth.

Esa huella moderna, que redimensionan los años -e Internet- volverá mañana a la noche en el Coliseo. “Muchos me conocen por Bailando en las veredas. No reniego de eso. Quise hacer pop, y me salió bárbaro, porque entré en la masividad. Pero tengo grabados 325 temas, y hay gente que no tiene idea de que compuse cosas como Trenes blancos, Amiguito, ése no es el cielo, Dónde hay un cine o Metegol, que vamos a tocar con Willy Iturri en el Coliseo. ¡No la hacemos desde el ‘81! También voy a hacer la Obertura y Canción I de Cristo Rock. Cada momento será inolvidable”.

Nunca dejó de grabar y de crear, Porchetto, hablando de tópicos (el amor, la naturaleza, lo espiritual, lo fraternal) que aún hoy alimentan su creatividad. ¿Qué siente al leer en Wikipedia que Bailando en las veredas fue lo último que hizo “con alcance masivo”? “Nunca me interesó llenar un River, ni de pibe. No ponía mi energía ahí. Si pudiera, sería bárbaro y estaría más cómodo con las cuentas. Pero no es mi objetivo. Si no, hubiera hecho otra cosa. Jamás grabé un tema en el que no creyera”, reflexiona.

Y jura que no añora aquellos años de furor comercial. “Metegol y Televisión fueron discos de oro; Che Pibe y El mundo puede mejorar, discos de platino. Vender bien te facilita cosas. Aparecen los amigos del campeón y se te abren más puertas. Luego, no. Pero no me victimizo: siempre supe eso. Cuando me alejé, estaba saturado y prefería sentirme cómodo con lo que quería. Además, tenía que dedicarme a mi familia, y no me arrepiento para nada. Yo soy un artista popular, pero no a cualquier precio. Nunca dejé el alma arrinconada y gimiendo, por figurar”.

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