"Hoy vinimos a trabajar pero no nos dejan. Prácticamente perdimos todo y con la ayuda de familiares y amigos pudimos comprar mercadería para poder exhibirla detrás del vallado", contó Dora Díaz, una de las damnificadas, que hace 27 años vive de la venta de ropa en el Bajo.
La zona aún se encuentra restringida por precaución, en caso de derrumbe de las estructuras y los puesteros viven en plena incertidumbre, ya que no pueden trabajar con normalidad y no saben cuándo se va a solucionar.
"Desde la Municipalidad por el momento no nos dijeron nada, fuimos a Casa de Gobierno, nos recibieron y prometieron ayudarnos. Vino el ingeniero para ver el techo y ahora debe ir a Catastro para que le den el ok y poder arreglar", expresó Díaz.
La venta es el único sustento que tienen los puesteros y piden volver a trabajar. "Nosotros vivimos de esto, del día a día y por eso pusimos los puestos fuera del vallado para poder llevar el pan a nuestras casas", cerró.