Prevé una expansión del PBI del 4,6% para este año. En junio el Banco Mundial había proyectado 5,5%.
El Banco Mundial redujo la proyección de crecimiento económico de Argentina para 2025 a 4,6%, según el último Informe Económico de América Latina y el Caribe publicado este martes y estima una baja respecto al 5,5% previsto en junio, aunque mantiene al país con el segundo mayor incremento proyectado de la región.
El ajuste responde a la volatilidad macroeconómica del gobierno de Javier Milei, que endureció las condiciones financieras locales, y a un consenso cada vez mayor sobre los riesgos de recesión en la actividad económica. La situación pone en aprietos al oficialismo de cara a una elección de medio término que para los mercados medirá el respaldo social a la gestión libertaria.
El informe precisó que la nueva proyección de crecimiento del PIB real argentino se basa en información compilada hasta el 25 de septiembre de 2025. Aunque inferior a la estimación de junio, el 4,6% mantiene a Argentina solo detrás de Guyana (11,8%) en cuanto a dinamismo esperado.
Por su parte, la Universidad Torcuato Di Tella (UTDT) señaló que la probabilidad de recesión en la economía argentina alcanzó el 98,61% en agosto, subiendo notablemente desde el 56,16% registrado en julio. Estos datos representan un incremento abrupto y encienden alarmas sobre la evolución de la actividad económica.
El PBI nacional marcó en el segundo trimestre una contracción del 0,1% respecto al trimestre anterior, según el Indec. Este resultado configura un cambio de tendencia, ya que la economía pasó del estancamiento a una fase de descenso, y entraría en recesión técnica si se produce otra caída desestacionalizada.
El Banco Mundial advirtió que América Latina y el Caribe sigue mostrando un crecimiento lento y recortes en varias economías, con desafíos persistentes como baja inversión, déficits fiscales y alta informalidad laboral. El informe puntualizó que el escaso crecimiento regional no obedece solo a la pandemia ni al estancamiento de los precios de las materias primas, sino a dificultades históricas para capitalizar avances tecnológicos.
El Banco Mundial prevé que la desigualdad permanecerá alta y la informalidad continuará como un reto estructural. Además, la persistencia de déficits fiscales y la alta deuda pública limitan el margen de acción para políticas económicas expansivas.
