Dejó en sus filmes una visión crítica de la burguesía de su país. Hijo de Leopoldo Torre Ríos, uno de los pioneros del cine argentino, Leopoldo Torre Nilsson se inició en la realización bajo las enseñanzas de su padre. Había nacido en Buenos Aires el 5 de mayo de 1924. Su primer corto data de 1947 y se titula El muro; en 1950 codirigió con su padre El crimen de Oribe. Un año más tarde conoció a la escritora Beatriz Guido, con quien formaría una de las más conspicuas parejas sentimentales y artísticas del país.
En la década de 1950 rodó El hijo del crack (1953), Para vestir santos (1955) y La casa del ángel (1956), esta última basada en la novela homónima de su esposa, galardonada con un premio literario. Se trata de una historia que transcurre hacia 1925 y que recrea las actitudes eróticas y políticas de una joven adinerada, prototipo de la burguesía de entonces. Los críticos celebraron la unión de esfuerzos entre la novelista y el director y hablaron del inicio de un nuevo lenguaje cinematográfico.
La fórmula se convirtió en una exitosa "marca registrada" que dio sus frutos a lo largo de veinte años, aunque con resultados desiguales: Fin de fiesta y La mano en la trampa, estrenadas respectivamente en 1959 y 1960, cosecharon los mayores aplausos. Esta última, protagonizada por Francisco Rabal y Elsa Daniel, se llevó el Gran Premio de la Federación Internacional de la Prensa Cinematográfica en el Festival de Cannes.
Formado bajo las influencias de los grandes escritores argentinos, Leopoldo Torre Nilsson adaptó también Los siete locos de Arlt, con la que obtuvo un premio en el festival de Río de Janeiro; Boquitas pintadas, de Manuel Puig, galardonada en el festival de San Sebastián (1974), y La guerra del cerdo, de Adolfo Bioy Casares, en 1975. Antes había comenzado a llevar al celuloide diversas gestas de la independencia argentina: El santo de la espada (1969) y Güemes. La tierra en armas (1971), en las cuales no logró desprenderse de un cierto acartonamiento.
Ese mismo año dirigió a uno de sus actores favoritos, Alfredo Alcón, en La mafia, y en 1975 rodó su última obra, Piedra Libre, prohibida por la censura debido a su "contenido inmoral y disolvente". Falleció en Buenos Aires el 8 de agosto de 1978; con su muerte desaparecía uno de los más grandes cineastas argentinos. Otros títulos destacados de su filmografía son El secuestrador (1958), La caída (1959), Setenta veces siete (1962), La terraza (1963), Martín Fierro (1968) y El pibe Cabeza (1974).
Fuente biografiasyvidas.com