"En un mundo, a menudo duro con el pecador e indulgente con el pecado, es necesario cultivar un fuerte sentido de la justicia, de la búsqueda y el poner en práctica la voluntad de Dios", ratificó el Obispo de Roma en la tercera celebración de este tipo que encabeza desde su elección como pontífice el 13 de marzo de 2013.
"Ante una cultura de la indiferencia, que con frecuencia termina por ser despiadada, nuestro estilo de vida ha de estar lleno de piedad, de empatía, de compasión, de misericordia, que extraemos cada día del pozo de la oración", agregó durante la homilía de la Misa de Gallo.
"Que, al igual que el de los pastores de Belén, nuestros ojos se llenen de asombro y maravilla al contemplar en el Niño Jesús al Hijo de Dios. Y que, ante Él, brote de nuestros corazones la invocación: 'Muéstranos, Señor, tu misericordia y danos tu salvación'", demandó por último en la noche romana.