En el año en el que miles de personas esperaban que el Premio Nobel de Literatura reparase con su fallo la agresión contra Salman Rushdie, la Academia Sueca ha elegido a Annie Ernaux, una escritora francesa que representa la otra mitad del mundo: sus relatos, breves, distantes y minimalistas, retratan la historia de las mujeres y de la clase trabajadora de su país durante los gloriosos 30, las décadas de crecimiento ininterrumpido de la economía francesa.
Sus personajes, situados en un limbo entre la memoria personal y la novela, hablan de abortos, de escenas de iniciación sexual confusas, al límite de la violación, de chicas pobres que consiguen ir a la universidad pero no encajan en su intento de ascenso social, de padres e hijas que son incapaces de comunicarse con naturalidad.
Ernaux es la 17ª mujer que recibe el premio Nobel de Literatura en 123 años.
Más que con Salman Rushdie, la obra de Ernaux parece comunicarse con la del último Nobel de lengua francesa, Patrick Modiano, también novelista, también autor de novelas que retratan un mundo obsesivo y autobiográfico. Sólo que el mundo de Modiano, a pesar de un mirada quirúrgica y fría, conserva un pequeño lecho de emoción, de terciopelo burgués. Ernaux es una versión aún más dura y retadora para los lectores.