El Etna ha vuelto a entrar en erupción, con una intensidad que no se veía desde febrero de 2021. Sobre el volcán activo más alto de Europa se ha extendido una nube de ceniza y lapilli (fragmentos piroclásticos: material volcánico proyectado al aire) de unos pocos kilómetros de altura.
Al mismo tiempo, la actividad explosiva del cráter sureste se transformó en un chorro de lava, cuyo temblor volcánico alcanzó valores muy elevados durante el pico eruptivo, pero, según los estudiosos, ha vuelto a descender, lo que indica que la actividad puede estar disminuyendo.
No hay riesgo para la población
El colapso parcial del cráter sureste es un fenómeno que estamos siguiendo con extrema precaución", dijo el presidente de la Región de Sicilia, Renato Schifani. "De momento, según los primeros sondeos, el material no habría sobrepasado el borde del Valle del León y, según me aseguran, no hay peligro para la población".
El Instituto Nacional de Geofísica y Vulcanología (INGV) informó en la tarde del lunes 2 de junio que la actividad eruptiva había entrado en "fase decreciente" y que la emisión de cenizas, aunque "débil", prosigue.