Un informe arrojó que en Argentina hubo 2.259 nuevos desocupados por día durante el primer semestre del año. La situación está acompañada de un deterioro general en las condiciones laborales, más allá de la tasa de desempleo.
Desempleo en Argentina
Los últimos datos oficiales del mercado laboral dejaron lugar para varios análisis según el período que se elija para realizar las comparaciones, ya que, por ejemplo, hubo creación de empleo en el segundo trimestre de 2024 respecto del mismo período de 2023, pero se destruyeron puestos de trabajo si se toma como punto de partida el cuarto trimestre del año pasado.
Pero de los informes llevados a cabo por el Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina (UCA) y del Instituto de Pensamiento y Políticas Públicas (Ipypp) se desprende que en el primer tramo de la Presidencia de Javier Milei hubo un deterioro en las condiciones laborales que van más allá de los porcentajes de la tasa de desempleo.
Esa situación quedó puesta de relieve en el contraste que el IPyPP hizo entre los primeros seis meses de 2024 tanto en la comparación interanual como respecto al cuarto trimestre de 2023, es decir el inicio de la gestión del presidente Milei.
Cada 38 segundos, un desocupado más
En el primer caso, la cantidad de desocupados se incrementó en 333.562 personas, a razón de 913,8 nuevos desocupados por día, pero si se toma solo al primer semestre de 2024 el aumento de los desempleados ascendió a 406.589 casos, lo que representa un incremento diario de 2.258,8 individuos o, si se prefiere, un nuevo desocupado cada 38 segundos.
El 19 de septiembre, el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec) dio a conocer los datos del mercado laboral del segundo trimestre, con una tasa de desocupación del 7,6%, mayor al 6,2% del mismo período del año pasado pero levemente inferior respecto del 7,7% del período enero-marzo de 2024.
Por otra parte, la UCA advirtió que en el primer semestre de 2024 “se observa un leve cambio de composición en el perfil de las personas desocupadas”, con un incremento de la proporción de desocupados provenientes del sector estatal y, principalmente, un mayor porcentaje dentro de esa condición de jefes de hogar.
Estatales y jefes de hogar
Los cesanteados estatales pasaron de ser el 3% en el segundo trimestre de 2023 al 4,4% en los dos primeros trimestres del año en curso, en tanto el peso relativo de los jefes de hogar dentro del total de desocupados, que representaba el 28,4% en el segundo trimestre del año pasado, se elevó al 32,5% y al 29,3% en el primero y segundo de 2024, respectivamente.
El análisis del equipo de investigación liderado por Agustín Salvia consideró que “esta situación expresa una relativa gravedad, ya que los reconocidos como jefes por los integrantes del hogar suelen tener, en general, un ingreso mayor que el resto”.
Pero el problema principal, continuó la UCA, obedece a que desde los jefes de hogar “se arman las relaciones de parentesco” a través de las que “se suele tener acceso al sistema de salud y seguridad social proveniente del trabajo registrado”, es decir que, a los inconvenientes propios de quedarse sin trabajo, se le añade el deterioro en la cobertura médico-asistencial.
Más informalidad
En la investigación del IPyPP, elaborada por el exdiputado Claudio Lozano y Ana y Javier Rameri, se advirtió además que “el indicador de la desocupación hace tiempo que ha dejado de ser el termómetro estrella del malestar laboral”.
“La falta de una protección adecuada para afrontar situaciones de cese laboral, genera que la permanencia en situación de desempleo sea imposible para quien quiera subsistir” y, en consecuencia, “el vasto campo de la informalidad es, en realidad, la alternativa que exige a cambio resignar ingresos, derechos y garantías”.
En ese sentido, los economistas expresaron que “ni siquiera un trabajo a tiempo parcial con un recibo sueldo que pague la mitad de un salario mínimo por debajo de la línea de indigencia puede llegar a considerarse un trabajo formal”, generando como evidencia el nuevo fenómeno de “el trabajador asalariado registrado y pobre”.
En base a los indicadores disponibles, la UCA planteó que hubo “un estancamiento o un leve empeoramiento de las ya adversas condiciones de trabajo de la población”, en la que se mantuvo estable la proporción de ocupados que buscan cambiar de trabajo, “en valores cercanos al 16%”, aunque también “un incremento (al 11,8%) de la proporción de trabajadores que trabajan menos de 35 horas semanales y tienen intención de trabajar más”.
Como síntesis del panorama laboral del primer semestre, el equipo coordinado por Lozano concluyó que “se quiebra la ley liberal”, debido a que “el salario privado formal cayó 6% en el último año y un 4,7% en los últimos meses -básicamente el único precio de la economía que se desplomó- y, sin embargo, la demanda de empleo, que el mercado autorregularía, no aumentó ni un centímetro o en todo caso cae”.