Ruiz explicó que la dislexia es “una dificultad en el aprendizaje para aprender a leer. Es neurobiológica, hereditaria: nacemos con dislexia y morimos con dislexia. Lo que cambia es el tiempo que cada persona necesita para internalizar la información”.
La titular de Disfam remarcó la importancia de la empatía y el acompañamiento escolar y familiar: “Siempre decimos que el niño con dislexia necesita empatía y mucho amor y darle el tiempo que necesita para procesar la información. Con las adecuaciones de acceso que lo da la psicopedagoga, es la encargada de diagnosticar una dislexia”.
“Hay fonos, hay psicólogas lingüísticas también preparadas para ello, pero realmente profesionalmente hablando la psicopedagoga es la que se recibe sabiendo como diagnosticar un niño con dislexia”, dijo.
Según precisó, la dislexia afecta entre el 10 y el 15% de la población mundial, entre niños, adolescentes y adultos: "Lo que pasa es que es una dificultad, como decimos, invisible, se conoce muy poco. Las docentes que hoy están frente al aula no han sido formadas con las DEAS, no han sido formadas con que existían dificultades en el aprendizaje; entonces hay mucho desconocimiento para poder ayudar a nuestros niños".
Desde Disfam Tucumán, la labor se centra en acompañar a las familias y fortalecer el vínculo con las instituciones educativas: “Desde la fundación trabajamos, acordamos con el ministerio para llegar a las escuelas, para acercarles la ley, tenemos una ley nacional, tenemos una ley provincial, vamos a las escuelas, somos puente entre los papás y las instituciones para que el niño no se sienta excluido, sino que se sienta incluido en el proceso y que se le hagan las adecuaciones correctas”