La iniciativa es impulsada por la Fundación Varkey junto con otras organizaciones aliadas, con el objetivo de concientizar sobre la importancia de la tarea docente con historias y rostros reales, llegando a más de 20 millones de personas. La selección de los docentes se realizó a través de una convocatoria donde la sociedad pudo nominar a aquellos maestros que marcaron sus vidas. De más de 200 postulaciones, un comité de la fundación eligió a los cinco finalistas.
La historia de la seño Patricia
Patricia Amaya, como la llaman cariñosamente sus estudiantes, cada mañana se sube al colectivo para llegar a su escuela, una institución rural a 35 km de la capital de Tucumán donde la señal de teléfono se entrecorta, pero donde 205 niños asisten cada día al jardín y a la primaria. Allí, la “seño” enseña lengua y matemática a los chicos de quinto grado y lidera proyectos que transforman la alfabetización en un acto de vida.
Nacida en Ranchillos, estudió para ser docente pese a las dificultades económicas. Para ella, alfabetizar no es solo enseñar a leer y escribir, sino lograr que los chicos puedan comunicarse, ser comprendidos y desenvolverse en todas las áreas de la vida.
Innovación en el aula
Desde su llegada a la escuela el año pasado, Patricia revolucionó la enseñanza con propuestas innovadoras. Introdujo el trabajo con títeres y audiocuentos: primero los chicos escuchaban leyendas y cuentos, luego empezaron a grabar sus propias voces, adaptando los textos y poniendo voces a los personajes. Con la ayuda de los padres, confeccionaron títeres de dedos y de papel, y sumaron a los profesores de educación física y tecnología para armar la puesta en escena del teatro.
Este esfuerzo compartido ya da frutos: los alumnos más callados ahora participan, leen y se animan a hablar. Las obras de teatro no solo se presentaron en la feria de ciencias zonal, sino que también las llevaron a una escuela rural cercana y planean alcanzar a otras de la región.
“Quiero que aquí encuentren un lugar donde pueden ser felices, que se lleven ese recuerdo de la escuela como un espacio de vida”, dice Patricia a sus 49 años. Para ella, la educación rural es un esfuerzo colectivo de docentes, familias y estudiantes, donde cada logro es un triunfo de toda la comunidad.
Los otros cuatro docentes reconocidos
Junto a Olga Patricia Amaya, también fueron reconocidos Jackeline Hernández (CABA), una maestra venezolana que enseña ciencias en contextos vulnerables; Julieta Moreno (Guaymallén, Mendoza), quien trabaja en un centro educativo para niños en situación de vulnerabilidad; Jonatan Emanuel Fernández (Rosario, Santa Fe), un profesor de geografía que impulsa talleres de lengua de señas; y Julieta Verónica Ursagaste (La Quiaca, Jujuy), una directora que transformó una escuela técnica precaria en un modelo de excelencia en la Puna.
Agustín Porres, director regional de Fundación Varkey, expresó: “Tenemos que poner a los grandes docentes en nuestra conversación cotidiana. Tenemos que dejar la oda al fracaso y reconocer a ese gran docente que tenemos cerca. Si queremos transformar la sociedad, empecemos por la educación: escuchemos la voz de los docentes, acompañemos su trabajo y reconozcamos su tarea”.