En los últimos dos años, la Argentina registró un crecimiento de su producto bruto interno en el orden de los 15 puntos porcentuales. En la última semana, se publicó el último dato sobre el desempleo, ubicada al cuarto trimestre del año pasado en el 6,3 por ciento. Es decir, una mejora en relación al 7 por ciento del mismo trimestre del 2021. Pero la pérdida del poder adquisitivo de los salarios, tanto para los trabajadores y trabajadoras formales, informales y monotributistas, sigue en el centro de la discusión. En el fondo (y a pesar del Fondo), lo que se debate es cómo mejorar la distribución del ingreso y la riqueza en el país.
Según manifestó la ministra de Trabajo Kelly Olmos durante un reportaje radial realizado por El Destape, el promedio de las negociaciones paritarias del año pasado arrojó una variación del 114 por ciento. Al ser un promedio, es lógico reconocer que hubo gremios que consiguieron mejores resultados que otros. Este dato oficial sólo incluye a los empleados bajo convenios colectivos de trabajo, que no es la realidad del conjunto.
Como los niveles salariales son tan dispares, y el proceso inflacionario pega más fuerte en los sectores de menores recursos, incluso en aquellos que poseen un trabajo asalariado, mes a mes se reaviva el debate por la necesidad de aplicar una suma fija que permita levantar la vara de los haberes.
Desde el Gobierno nacional ya clausuraron ese debate. Para la ministra Olmos, las sumas fijas solo deben correr en épocas donde no existen paritarias – como si ambos instrumentos fueran excluyentes-, mientras que las problemáticas de ingresos para los sectores informales deberían ser abordadas por las políticas de asistencia social, las mismas que el FMI obliga a focalizar al extremo.
Un mínimo muy mínimo
El salario mínimo vital y móvil (SMVM) cumple una doble función. Por un lado, su variación periódica concertada en el seno del Consejo tripartito sirve de referencia para actualizar los distintos programas sociales pero también constituye una base salarial para aquellos que no gozan de convenios colectivos de trabajo. Con la reciente actualización, que en abril debería ubicarse en los 80.000 pesos, todavía se corre muy por detrás del poder adquisitivo que se tenía hasta 2015.
Para el Centro de Investigación y Formación de la República Argentina (CIFRA), la caída promedio del salario mínimo vital y móvil durante 2022 fue del 1,3 por ciento en términos reales. Este resultado lo ubicó un 33 por ciento por debajo del valor que tenía – en relación a su capacidad de compra – para diciembre de 2015.
Durante el último año de gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, el SMVM permitía costear el 58 por ciento de una canasta básica total. Durante el macrismo, esa capacidad descendió al 49 por ciento mientras que desde la llegada del Frente de Todos, pandemia de por medio y espiral inflacionario, descendió al 38 por ciento.
El último trabajo del CIFRA, firmado por Mariana González y Cecilia Garriga, arrojó dos datos centrales, que no pueden ser obviados a la hora de plantear el debate sobre la necesidad de contar con una suma fija que permita levantar el piso salarial general de les trabajadores.
Por un lado, afirmaron que, si el SMVM no hubiera perdido poder adquisitivo desde 2016 en adelante, actualmente debería rondar los 100.000 pesos. La segunda conclusión indicó que existe un 5 por ciento de los asalariados registrados que cobra menos que un SMVM, situación que se extiende hasta el 37 por ciento en el caso de las personas que trabajan en promedio 40 horas semanales pero permanecen en la informalidad, mientras que el 48 por ciento de los no registrados gana menos que un 10 por ciento por encima del mínimo.
Lo que el promedio no dice
De acuerdo a un informe que publica el Ministerio de Trabajo, en base a los datos que arroja la Encuesta Permanente de Hogares, el promedio salarial entre los trabajadores ocupados, que incluye registrados, no registrados y subocupados, se ubicaba al tercer trimestre del año pasado – último dato disponible – en los 85.000 pesos. Para el caso de los ocupados plenos, es decir aquellos que trabajan más de 35 horas semanales, tal promedio ascendía a los 98.000 pesos.
En el caso de los trabajadores no registrados, el Indec presenta un desfasaje de 6 meses en la información que se recoge vía la Encuesta Permanente de Hogares. Así y todo, los datos que brinda sirven para visualizar el piso desde el que se parte para entender la problemática vinculada a los trabajadores informales, y el fenómeno de asalariados que no llegan a cubrir una canasta básica.
En el caso de aquellos trabajadores que no gozan de recibo de sueldo pero que están ocupados más de 35 horas semanales, el promedio salarial – de acuerdo al último dato disponible al tercer trimestre del año pasado – era de apenas 60.000 pesos. Dicho nivel salarial no es la realidad de todo el universo laboral, pero sí la de muchos y muchas trabajadoras. La base está muy baja.
Más informalidad
De acuerdo al último informe publicado por el Indec, durante el cuarto trimestre del año pasado la creación de empleo ocurrió principalmente en el segmento de los asalariados formales, mientras que se redujo la cantidad de asalariados no registrados y de trabajadores por cuenta propia, siempre en comparación con el tercer trimestre del mismo año.
Sin embargo, el resultado es otro cuando se observa el comportamiento de todo el año. Para el Instituto de Pensamiento y Política Públicas (IPyPP), que coordina Claudio Lozano, el crecimiento del empleo – que pasó de una tasa del 43,6 al 44,6 por ciento- fue explicado principalmente por el segmento de asalariados informales.
“La tasa de informalidad –ubicada en el 35,5 por ciento- se mantiene aún por encima del valor registrado en el mismo período del 2021 (33,3%). Así, el incremento en el empleo precario se sostiene como rasgo predominante en la creación del empleo durante el 2022”, puede leerse en el último informe del IPyPP.
Así, durante el último año, en el que el PBI creció por arriba de los cinco puntos porcentuales, los asalariados no registrados pasaron de 4,5 millones de personas a un poco más de 5 millones, un incremento del 11 por ciento. Mientras que el alza interanual de los asalariados registrados fue, para Claudio Lozano, de apenas un 0,7%.
Argentina fue el tercer país que más creció en Latinoamérica (lv12.com.ar)